Este agosto ha sido un mes de importantes conquistas montañeras: empezábamos coronando el famoso Preikestolen, en Noruega, y días después haríamos cima en el Monte Fuji, en Japón. Dos famosas ascensiones muy diferentes entre sí.
Empezaré contando nuestra experiencia en el Preikestolen, la formación rocosa más conocida de Noruega y que, seguro, has visto en todos los materiales de promoción turística del país. Más adelante escribiré también sobre la aventura del Monte Fuji.
El Preikestolen es, básicamente, una roca con una superfie plana que se levanta sobre el fiordo Lysefjord a una altura de vértigo de 604 metros. Acceder a pie hasta el Preikestolen (también conocido como el Púlpito), es relativamente fácil y si, como nosotros, tienes suerte de subir un día despejado, las vistas del fiordo te dejarán sin aliento.
Stavanger, la ciudad noruega del Preikstolen
Los turistas que visitamos Noruega con el principal objetivo de subir al Preikestolen tenemos una cita obligada en Stavanger. Es la ciudad desde la que más fácilmente se accede al Púlpito, gracias a las conexiones de ferry+bus que ofrecen empresas como Go Fiords. En la oficina de turismo de Stavanger puedes comprar los tickets y, además, atienden en español.
El trayecto desde Stavanger se inicia en el puerto Fiskepiren, desde donde el ferry cruza hasta el puerto de Tau. Ahí, un autobús espera a los turistas para conducirlos hasta el inicio de la ruta de ascenso al Preikestolen. El trayecto no tiene pérdida y es agradable. El precio de ida y vuelta está en torno a los 350 coronas noruegas (NOK), unos 36 € por persona.
La ascensión a pie al Preikestolen
Una vez has llegado al punto de inicio de la ruta, te esperan, al menos, 2 horas de subida escarpada entre bosques, lagos y rocas. No es una subida difícil, pero hay que reconocer que tampoco es para todo el mundo. En algunos tramos el desnivel es pronunciado, las piedras pueden estar mojadas y ser resbaladizas y la bajada es exigente para rodillas delicadas.
Aquí podéis ver el perfil de la ruta de ascenso al Preikestolen. Como véis, se sube y se baja por el mismo sendero, que en verano puede llegar a estar bastante concurrido.
A pesar de la dificultad, si te lo tomas con calma y la meteorología está de tu parte, con un poco de esfuerzo y muchas ganas casi cualquier persona podría hacerlo. Enfatizo el «casi» porque no recomendaría subir a personas mayores o con movilidad reducida, ya que el camino puede ser demasiado exigente.
En la siguiente imagen os podéis hacer una idea de lo complicado de algunos tramos de la ruta.
En nuestro caso se trataba de un viaje familiar y no teníamos muy claro que todos pudiéramos enfrentarnos a la subida, por lo que se barajó la posibilidad de que algún integrante del equipo se quedara abajo esperando al resto. Esta opción es viable, ya que en el parking donde te deja el autobús hay un restaurante y una zona amplia en la que pasar el rato.
Pero una vez allí, con la climatología de nuestra parte y el entusiasmo a tope, los seis compañeros de viaje nos aventuramos hacia la cima y alcanzamos con éxito la meta.
La verdad es que tuvimos muchísima suerte y pudimos disfrutar de un día espectacular de sol y cielo despejado. Con esas condiciones la subida se hace menos dura y el premio sobre la superficie del Preikestonlen es realmente increíble.
Comments
2 CommentsManolo
Sep 9, 2018Sin duda, para mi, fue uno de los hitos de mi vida. La libertad que se siente allí arriba es inconmensurable. Por desgracia nosotros no tuvimos mucho tiempo y tuvimos que hacer la subida a toda pastilla (1 hora), 30 minutos de disfrute y bajada. Si tienes prisa, es recomendable bajar con tiempo para pillar asiento en el bus de la hora deseada. Si no vas con prisa, en la cafetería hay wifi gratis (o había).
Lola
Sep 27, 2018Gracias por tu comentario, Manolo. ¡No sabía que te había gustado tanto el Preikestolen!